viernes, 15 de octubre de 2010

Hecho a mano

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El maestro carpintero tallaba con meticulosidad la madera de roble encargada. Estaba creando la bonita figura de un hechicero como los de antaño para la casa de un gran mago de Asturias, amigo suyo desde la infancia y que iba a conmemorar su 65 cumpleaños. Con mimo y con cuidado, lijaba asperezas y arreglaba detalles.

La pieza no era excesivamente grande y Joaquín ya tenía pensado dónde le aconsejaría a su amigo colocarla: en la encimera de mármol que brillaba sobre la chimenea. Su pieza de madera cobraría vida con los reflejos mientras otras maderas daban calor al hogar.

Como acostumbraba, había dejado hueco para un pequeño cajón donde iría el corazón de su figura. Joaquín había alcanzado una gran fama por ello, le regalaba un corazón de piedra roja a todas sus estatuas y, aunque nunca se viera, le había dado un punto de singularidad a sus obras que fue conocido en el mundo entero.

Ese fin de semana andaba su nieto Andrés trasteando por su taller, desordenando las herramientas y jugando con el serrín y los formones. Los padres del pequeño se habían ido de boda y, como siempre, los abuelos jubilados estaban dispuestos a cuidar al nieto que, a sus diez años, comenzaba a curiosear acerca del sentido de la vida.

- Abuelo Quini, ¿por qué le pones corazón a tus figuras?
- Bueno, para que tengan vida, alma y sentimientos. Así son más especiales.
- Sí, pero la madera que tallas ya está muerta, ¿no?
- Bueno, pido la madera para trabajarla y darle vida y hacer felices a muchas personas con las obras. Las figuras que hago cobran vida.
- Es decir que pides que maten un árbol para hacer una figura y le das vida con un corazón de piedra, ¿no?

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4 comentarios:

  1. oh! sorprendente final! me gusta mucho

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  2. "Volveré a ser pastor, pues marinero
    no quiere aquel dios que con su saeta espolea
    los soplos del Austro y las aguas del océano;"

    Si sabes de quien es esto, te diré q me recuerdas.

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  3. Las tablas de bajel despedazadas... Luis Góngora. Sí señor, he de comerme mis palabras.

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  4. Las tablas del bajel despedazadas
    (Signum naufragii pium et crudele),
    Del tempio sacro, con le rotte vele,
    Ficaraon nas paredes penduradas.

    Del tiempo las injurias perdonadas,
    Et Orionis vi nimbosae stellae
    Raccoglio le smarrite pecorelle
    Nas ribeiras do Betis espalhadas.

    Volveré a ser pastor, pues marinero
    Quel Dio non vuol, che sol suo strale sprona
    Do Austro os assopros e do Oceám as agoas;

    Haciendo al triste son, aunque grosero,
    Di questa canna, già selvaggia donna,
    Saudade a as feras, e aos penedos magoas.

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