martes, 18 de mayo de 2010

Jazz silenciado por un Metro

Todo el mundo sabe que no soy el típico aficionado de la música. Jamás escucho radios musicales, ni llevo ipods o MP3. No estoy al día de las últimas tendencias tampoco. De hecho en mi ordenador la única música que tengo es por si grabo algún video o cosas similares.

Sin embargo, sí que es cierto que me gusta. Me gusta verla en directo donde tiene fuerza de verdad. En directo he tenido la suerte de ver a Antonio Carmona, Sabina, Marea u Hombres G, pero también a grupos modestos como Los Incoherentes, Marwan, Lost Dogs, Erik Goransson o Danays. Y es de esta última de quien va esta entrada del blog.

Fue en la Sala Clamores hace un año o así, cuando una voz negra ataviada con una guitarra me sobrecogió el alma. Tiñó la sala de un color especial de esperanza y tristeza. La cerveza rubía sabía más fresca y más amarga. Sien embargo, ella, tras sus gafas, sus ojos lo veían todo negro. Qué lástima que ella no pudiera ver el color que nos daba a todos gracias a su música, a ese jazz melódico tan sobrecogedor. Bajó a tientas del escenario, con dificultad ya que no se dejó ayudar y se besó con otra mujer que la esperaba abajo. Desde el principio me cayó bien y más al final. Qué mujer tan sensacional.

Hoy en El País he leído la noticia de que ha sufrido un trágico accidente en el Metro de Madrid. Por la mala colocación del tren ha caído entre dos vagones engañada por unas marcas en el suelo. El tren se puso en marcha ya que uno de los viajeros no fue lo suficientemente rápido para darse cuenta de la caída y le ha seccionado un brazo.

Hoy los médicos intentarán milagrosamente salvar ese brazo de esa mujer ciega. El jazz debe llorar.

jueves, 13 de mayo de 2010

No me preguntes por qué...

Derrotista durante más de una década, con esa penuria que hace gracia a nuestros más aguerridos rivales. Ha sido humillante, doloroso.

Los rojiblancos hemos ido con mucha cautela viendo como se reconstruía un proyecto naciendo desde la alcantarilla de segunda. Muchos tenían prisa, yo entre ellos, de que esto carburara y no arrancaba y parecía que este año tampoco. El proyecto empezó con Kiko por bandera, después con el Niño, que tanto nos hizo soñar a tantos y que se acabó yendo dejando a muchos una sensación de traición. Después apareció el pequeño argentino que se ha hecho grande a pasos de gigante al son de Kun-Kun-Kun. Se vendió a nuestro estandarte (el niño) y nos trataron de compensar con un Uruguayo que no convencía a demasiados pero que ha demostrado a base de goles su papel fundamental, hoy se grita U-Ru-Gua-Yo en su honor. Fueron trayendo con un goteo suave a jugadores como Simao, Reyes, Salvio, Jurado, Raúl García, Ujfalusi (hoy muchos se olvidan de Maxi, pero para mi ha sido una pieza fundamental en este proyecto)... y un etcétera no demasiado largo de jugadores que poco a poco han sido importantes.



Pero sinceramente, yo hoy me quito la chistera por tres jugadores de este equipo: De Gea, Domínguez y Camacho. Han nacido tres jugadores que han de ser el reflejo de los niños rojiblancos que sueñan con golear en el cesped del Calderón (aunque a ellos les toque la Peineta). Han nacido tres jugadores que deben ser nuestra bandera, tres jugadores que sienten los colores, que desde pequeños soñaban con este título y no lo han conseguido por dinero en los bolsillos, si no por fe. Tres jugadores que son el fiel reflejo de que cuando se confía en los que realmente quieren los colores, al final eso da sus frutos. De Ibra y Borjita ya hablaremos en el futuro, seguro.

Ayer noche le quitaban méritos a Quique en diversas radios y medios nacionales. Yo, sinceramente, nunca confié en él. De hecho, siempre le miré con recelo, pero ha quedado claro que ha callado bocas. Este equipo jamás hubiese soñado con un título este año. Este equipo jamás se habría planteado, en diciembre, estar compitiendo hoy por una final de copa con una Europa League ya en el bolsillo. Se lo debemos a Quique, sin duda. Reconozco los jugones de los cuatro fantásticos, la valentía del capitán, la garra de Ujfa, la velocidad de Perea y la solvencia de Dominguez... pero yo le doy las gracias a Quique.

Ayer en Neptuno miraba a mi alrededor y veía a 40.000 seguidores rojiblancos, eufóricos, cantando, saltando, gritando, animando, celebrando al son de Campeones-Campeones... Miraba a Neptuno que me devolvió la mirada como diciendo... Ya era hora, majo. Después de vuelta a casa miré a "Seña Cibeles" que se escondió tras sus leones. Me sonreí con malicia.

Y que sigan los sueños. No me preguntes por qué... los colores rojiblancos van con mi forma de ser.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Desde la cuneta

Obviamente es un títular oportunista. Con la que está cayendo con Garzón y compañía, y los múltiples escándalos desenterrados últimamente, la palabra cuneta está en boca de algunos y en los oídos de todos. Pero pocos han vivido en una.
Desde la cuneta he estado viendo pasar las prisas, el mundo correr y todo con la máxima indiferencia hacia uno, inocente y extirpado de un lugar donde pacer, de un hombro donde llorar. Hace tiempo que me sentí violado, como un niño en las manos frías de un cura que da sermones los domingos, como las chicas de Sudáfrica o como los millones de almas que son esclavas de los intereses políticos de algunas banderas y muchas empresas.
Hace tiempo que buscaba un lugar donde ser escuchado, donde poder dar mi testimonio, mi opinión, mi sentimiento. Un lugar donde recojan vivencias, ideas y creencias.
Gracias por nacer Vagabundos del Plasma, el nuevo programa de Radio Sarriá dirigido por Aitor Romero. Contaré mis historias desde la cuneta.

¿Dónde quedan los sueños?

Hace tiempo que creé este blog y aún no me había atrevido a escribir ni una sola línea. Tan solo tenía claro que su título era "Un lugar llamado Maidea".

Maidea, un nombre que me ha acompañado desde siempre. Muchos inocentes curiosos, a lo largo de mis 29 años, me han preguntado de dónde viene ese nombre y yo, siempre le he echado una finta a las cuestiones diciendo "cosas de mi infancia".

Una infancia feliz, solitaria y ruidosa. Llena de balones, de risas a carcajadas, de aventuras de niño pequeño donde un desván era un lugar asombroso en el que perderse y mancharse, en el que imaginar aventuras. Una infancia rodeada de perros y de pensamientos en solitario. De una casa grande llena de hermanas y sensaciones.

Maidea... Maidea... Maidea era ese lugar místico donde yo me perdía cuando apenas era consciente que uno se podía perder en sueños. Donde yo tenía mi granja y mis otros amigos. Maidea, el lugar de mis sueños de infancia. Yo no los quiero perder.