Un tomtorrón en un avión

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Vuelo mucho. Menos de lo que me gustaría porque siempre son vuelos a la paz y tranquilidad, pero en definitiva es que todos los meses me meto en un par de pájaros de latón.
Desde hace tiempo, concretamente desde que tengo GPS en el móvil, siempre he querido hacer el experimento de ir con el aparatejo encendido a todas partes, una cosa es ir por superficie y otra a 7km de altura a una velocidad de 80km por hora. Creo que el tomtorrón se puede volver loco y el móvil acabará petando pero en el viaje de hoy he decidido poner el GPS escondiéndolo de la atenta mirada de las azafatas.

Si queréis seguir las evoluciones iré actualizando el Twitter mientras pueda (@maidea13).
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Tiempos oscuros y niños felices

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Miro por la ventana. Veo casas, personas, coches... movimiento y vida en general
El suelo tiene una fina capa de agua, ha llovido, pero ya hace un rato largo de ello. Una colilla humea frente al portal, apurando su vida a golpe de calor y viento, sorteando los charcos, aferrándose a su vana existencia.
Unos niños han pasado corriendo, haciendo pública su alegría, sus juegos. Todos los vecinos del barrio hemos podido escuchar con fastidio y envidia sus gritos. Su desbordante y poco contagiosa felicidad.
Ellos son ajenos a lo que pasa en el mundo, a Otegui, a la crisis, al terremoto de Japón, a las elecciones, a la subida del gas-oil, a la subida de los precios, a la congelación de las pensiones, al 110, a la corrupción política... vivirán sus problemas en casa pero seguro que son menores que los míos. Seguro.

Vivimos tiempos oscuros repiten en muchas películas. Y es cierto.
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Otra vez...

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Corres, corres como si la vida te fuese en ello. No miras hacia atrás por miedo a lo que pueda venir. Lo puedes oír acercarse, bufando a tu espalda. No sabes qué imagen tendrá está vez y por eso cierras los ojos, aprietas los dientes y aceleras el paso. Intentas darle esquinazo, pero otra vez sientes su aliento en tu espalda. Sientes el sudor recorrer tu frente. Notas ácido en la boca, tensión en los músculos. Cada vez está más cerca. Notas una mano, que no te coge de la ropa, ni de los brazos, ni de nada materia. Esa mano te coge del alma y te la arranca.

Te ha vuelto a atrapar.
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Sombras

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Cada momento tiene su color, su sabor, su canción y su sombra.

Hay sombras de todo tipo. Sombras marcadas en el suelo que son el único testigo de un comienzo. También hay sombras que hacen extraños ángulos a merced de los caprichos de un arquitecto. Hay veces que la oscuridad no te deja ver la sombra y hay veces que el sol está tan arriba que no tienes sombra. También hay sombras alargadas que se confunden en la espesura en esos momentos en que el sol se duerme y la luna despierta. En ocasiones no tenemos sombra porque nos vemos abordados por la sombra de otro.

He llegado hasta a ver una sombra de la luz de la luna.

A veces queremos escapar de nuestras sombras, a veces queremos huir de nosotros mismos. A veces no queremos ser de aquí pero las sombras nunca nos abandonan.

Sombra fiel, no te vayas. No me dejes solo, que sin ti, ¿de qué tendría miedo yo?
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