jueves, 20 de enero de 2011

¿Pasó?

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Con suerte conseguí que la conductora se apiadara de mi. Volvió a abrir las enormes puertas tras verme hacer un sprint de cincuenta metros con la bolsa, la cámara, la bufanda, el abrigo...
Me senté en primera fila, estaban libres los dos asientos. El bus comenzó su pesada marcha camino hacia Moncloa. Me puse a reorganizarme, el móvil, el abono, las llaves, la cartera. Miré hacia delante y vi esas almendras que escrutaban en mi interior y observaban mis torpes movimientos. Esos dos ojos brillaban en el más de metro setenta de chica de unos veinticinco años.
Chupa de cuero marrón, vaqueros ceñidos sobre unas piernas eternas, botas hasta la rodilla. Vaya tipazo. Ella me sostenía la mirada, caminaba elegante sobre el paso de cebra, con su bolso, con su melena larguísima, con su mechón medio tapándole un ojo. Me sonrió con esos labios carnosos.
Me sonrió para siempre.
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1 comentario:

  1. .Sin la inconsciencia el mundo sería insoportable, aburrido y gris, viva los inconscientes

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