No sé lo que tiene que hacer Leonardo DiCaprio para demostrar su valía, encontrar el reconocimiento y conseguir quitarse la eterna vitola que le colgaron las miles de quinceañeras que se enamoraron de él en películas como Titanic, Romeo y Julieta o El hombre de la máscara de hierro. Los amantes del buen cine encontraron un niño prodigio allá por los jóvenes 90 y les fue arrebatado por esa industria que le dio a las quinceañeras lo que ansiaban, el chico guapo. Esta absurda industria dejó al actor guardado hasta que el amor platónico se hizo mayor, a pesar de que su primer gran papel fue en una peli de culto, Vida de este chico (con tan solo 17 años) y su primera nominación al Oscar fue haciendo de joven discapacitado mental (en 1992). Durante más de quince años Leo hizo papeles de escaso valor para los amantes del cine, hasta que regresó en el excéntrico papel de El Aviador 2004), con la que consiguió su segunda nominación a la estatuilla de Hollywood, y la tercera no tardó en llegar (en 2006) con el brillante papel en Diamante de Sangre.
Se ve que en los últimos años por fin Hollywood ha decidido darle a DiCaprio la oportunidad de mostrarse como lo que es y siempre ha soñado ser, un actor de culto con capacidad sobrada para hacer complejos papeles de personajes de doble personalidad, de persona atormentada, de ligón empedernido, de sofisticado timador, de policía infiltrado, de asesino involuntario o de ladrón de sueños. En apenas doce meses me ha sobrecogido en dos películas con un sorprendente final como son Shutter Island (de Martin Scorsese), en la que encarna a un policía encargado de descubrir un crimen en una extraña isla pero en la que acaba encontrándose a sí mismo, y hoy he visto El Origen, en la que protagoniza un complejo filme que aborda el complicado mundo de los sueños y en cómo sería ese mundo en el que fuéramos capaces de entrar e influir en los sueños de otros.
No pude evitar recordar Nivel 13 en la primera escena de la película en la que un intruso se cuela en el sueño de un sueño de un magnate japonés. A partir de ahí todo fue a más y mejor. Acción, nuevas visiones abstractas del mundo, un reparto de lujo con una de las actrices que más me gusta del momento, una apuesta arriesgada la de Nolan, explorando un mundo peligroso y que no muchos se han atrevido a tocar. Tampoco pude evitar recordar Shutter Island en el desenlace del filme, sin embargo de eso creo que es mejor no contar nada. Pero, sobre todo, lo mejor de la película es DiCaprio que en dos horas hace alarde de su infinita capacidad de mostrar al espectador diferentes pliegues de la personalidad de un especialista en aquello del robo de sueños y que muestra, también, los problemas y preocupaciones de un padre viudo.
El Origen, una película de sueños que todos deben ver y que yo volveré a ver, pues merece la pena. Esperemos que la peonza siga girando.
Me quedo con Nivel 13, o si prefieres una buena pelicula de gente que se introduce en sueños mira Paprika de la Madhouse, que también hicieron Perfect Blue (muy recomendable). No creo que una peli que estrenan en Agosto sea lo que nos cuentas....La veré y opinaré pero si ya hablas de infiltrados como algo que está bien....
ResponderEliminar